lunes, 20 de julio de 2015

CAPÍTULO 3

Holaa!! He vuelto con nuevo capítulo. No sé si los hago muy rápido pero es que la verdad los voy haciendo a medida que los hago en sucio, no los tengo ya hechos y voy publicando (qué va), los hago a mi ritmo. Ahora ya que estoy de vacaciones tengo un montón de tiempo para hacerlos.
No me enrollo. Aquí está el Capítulo 3!

                          CAPÍTULO 3


  Hubo una vez en la que mi padre conectó los cables de un ordenador a la antena parabólica que había fuera, en el tejado. Esa noche tenía una tormenta horrible con rayos y él quería conseguir electricidad para que el ordenador funcionara. Yo tenía 5 ó 6 años, salí y toqué el cable. Sonó un chispazo enorme y salté hacia atrás, impulsada por una fuerza superior a cualquier cosa que conociera. La verdad es que no me dolió, solo me pegué un susto de muerte y después... nada; me desmayé. Mi padre salió corriendo fuera y me cogió en brazos, entró a casa y en unos minutos recuperé el sentido.
  
  Ahora me siento como cuando me dio esa corriente eléctrica, como si se me parara el corazón.
  -¿Lo mío? ¿Con Moos?
  A Coral se le va la pinza muy de vez en cuando. Está fatal. ¿Ha descubierto lo que pasa con mi mejor amigo? La verdad es que no pasa nada...
  -Te he pillado, Willow. Hay algo que no quieres contarme. ¡Soy tu mejor amiga! Por favor, tengo que saberlo - me mira suplicante poniéndose en frente mío, impidiéndome pasar. -Me lo vas a decir o si no juro que sacaré más nota que tú en un examen.
  -¿Tú? ¿Más nota que yo? Estarás bromeando, no has tocado un libro desde que empezó el curso.
  -¡Claro que sí! Podría sacar un 10 si me lo propusiera. Soy lista, solo que no estudio.
  -Sí, eso ya lo veo...
Coral nunca ha sacado más de un 5,5. Jamás. Si estudiara seguro que me superaría, no lo dudo y además me encantaría.
  -Dejemos el tema, no sirve de nada discutir.
  -Lo único que quieres es que no te pregunte sobre Moos. No podrás ocultarlo para siempre, al final saldrá a la luz. O le preguntaré a él.
  -¡Ni se te ocurra! Díselo y te juro que me enfado contigo de por vida.
  -Vale, vale...
No puedo creer que me vaya a hacer esto mi mejor amiga. Si hubiera algo entre los dos seguramente se lo diría, pero ni si quiera confía en mí; y la odio por eso.

En clase Moos está rodeado de amigos, como siempre. Es muy sociable, cada vez que viene alguien nuevo a clase, él le hace sentirse cómodo: habla con él, le ofrece un sitio, se queda en los patios a enseñarle el colegio.
  -¡Apartaos, por favor, despejad el territorio de Don Social! - les grito a los de clase. Después de irse la multitud, la única que se queda es Enddria, otra de mis amigas. Cada semana se tiñe el pelo de un color, hoy lo lleva rosa por la cabeza y naranja en las puntas. No le queda nada mal pero es mejor que el de hace un par de semanas: todo totalmente de colorines; azul, morado, amarillo, rojo, rosa, naranja, etc. ¡Parecía un papagayo!
  -Ah, hola Enddria, me encanta tu nuevo pelo.
  -Gracias Willow. La semana que viene he pensado en ponérmelo azul. ¿Qué te parece?
  -Perfecto, me encanta ese color. ¿Me podrías dejar sola con Moos?
  -Por supuesto, luego hablamos. - se va y por fin nos deja solos.
  -¿De qué querías hablarme? - me pregunta intrigado mi amigo.
  -¿Es que tiene que haber algo de qué hablar? ¿No puedo estar contigo a solas? - me he quedado bastante ofendida. Ahora es cuando me pone una mirada de que sabe que le miento, que le quiero decir algo.
  - Está bien, me rindo, quería decirte que si te viene Coral a contarte historias de que hay algo entre nosotros, dile que no porque es verdad, no hay nada y no me cree a mí. - lo digo todo rápido y sin ni siquiera pensar lo que estoy diciendo. Se me hace muy incómodo hablar de amor con él, mi amigo de toda la vida al que le he contado cosas que nadie sabe.
  -Claro. Se lo diré.
  -Gracias.
Me acerco y me hace un hueco en su silla. Me siento y abrazo su cuello, esperando a que él haga lo mismo. No entiendo por qué no lo hace, ya que él suele ser el más cariñoso de los dos. Al final acaba cediendo y me abraza la cintura. Es tan raro, incluso para él, que le dejo que siga cojido a mí. Acerco mi boca a su mejilla y le dejo el beso que se había formado, demasiado lejos de sus labios, por una amistad verdadera, pero demasiado cerca como para confundir nuestros sentimientos. Pero, ¿seguro que le he querido darle un beso? No me he enamorado de él ¿verdad? 

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